jueves, 30 de octubre de 2008

ESCRITO

Diatriba de amor en contra de un hombre sentado
Vista desde la perspectiva de no estar “atado”

Se ha dicho que el matrimonio es un contrato entre un hombre y una mujer que existe desde la antigüedad. Pero que su realidad se ventilada por uno de ellos a los cuatro vientos, sólo lo vemos en este tiempo.
Pues bien, en una sala o mejor en un ambiente sobrio, de un sólo cuadro escenográfico, de poca luz y sin tantos elementos se encuentra una mujer insatisfecha, hablando “públicamente” de su infelicidad matrimonial.
En un discurso tenso, poético, real, por momentos cansón y gracioso al hablar la protagonista de su desgracia, como una burla de su realidad.
Pues el diálogo de esta mujer enamorada y adolorida lo expresa a su público con cada sílaba, con cada grito sordo y reflexivo. En un discurso afligido en el que se interpreta que su amor se convirtió en el reo que agonizó en las paredes sordas de un matrimonio o una cárcel tan hueca como cruel.
Más que una obra, es una plática confidencial, íntima y sin tapujos con su público, ya que interactúa con él ridiculizándolo o haciéndolo participe de la obra y sobre todo de su desdicha humana.
Y es ahí, en aquella desventura sentimental, física y moral donde da a conocer su resentimiento contra un hombre mudo que acompaña a esta mujer y al público sentado como un espectador más, frio ante sus gritos, sordos, ante su amor y odio, que lee o finge leer el periódico de su vida que ya caduco de fecha, porque desconoce la lectura de su matrimonio o ignora que escucha la cantaleta de una esposa que le cuesta aceptar que se perdieron 20 años de una odisea marital o tal vez, es un hombre que finge estar en este diálogo.
Por ello él nunca replica o calla a esta mujer de dar a conocer su pasado y presente, de que aquel público imagine igual o más de la cuenta sus recuerdos. Sacando aquel grupo de asistentes opiniones de su infidelidad, del rechazo de sus familias, de los prejuicios sociales y de su amor no correspondido.

Se diría que este diálogo u obra es uno de los tantos ejemplos conyugales que enseñan, cómo se debilitan 20 años de unión, de amor, de tolerancia, de respeto, de tradición… es en otras palabras un matrimonio en las que imperan la hipocresía, la doble moral y el que dirán.
Por eso estos son ingredientes que llevan al divorcio, que en algunas culturas implica por lo general la repartición de dinero, bienes materiales o tierras y la devolución de los regalos en metálico y en especie entregados en la boda. Pero en verdad aquí lo que se debería repartir serian los buenos momentos de 20 años y devolver los errores o falencias que llevaron al acabose de lo creado.

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